Miguel Conde en La Merced (III)

Como todo el toreo onubense, Miguel Conde dio el paso atrás en sus ilusiones de ser torero. La afición la seguía manteniendo pero sus entrenamientos no estaban acompañados de la ilusión de años anteriores, por lo que la falta de festejos hacía mella en todos los aspectos del taurinismo local.

Pero llegó el aldabonazo de la reapertura de La Merced y las ilusiones volvieron a brillar. Y Miguel fue uno de los llamados a expresar que el toreo seguía vivo en nuestra ciudad, teniendo la fortuna de ser llamado para participar en la segunda novillada del nuevo coso, junto a Lucio Sandín y Emilio Silvera para lidiar utreros del hierro de Juan Gallardo, propiedad de Antonio Ordoñez, celebrada el 20 de agosto de 1.984.

Abrió cartel el veterano Miguel Conde que retornaba a la actividad al calor de la reapertura del coso. Y puso muchas ganas por buscar el triunfo, dando muestras de que las ilusiones no se habían marchitado como tampoco sus buenas dotes, por lo que completó una buena actuación en su primero y que mejoraría en el cuarto de la tarde, del que obtuvo una oreja, premio que, en otras circunstancias, hubiera sido más amplio. Pero, en la mente del buen aficionado, quedó la muy seria y artística tarde que había dado Miguel Conde, al que la afición onubense le volvió a abrir sus puertas de la esperanza.

Este triunfo le hizo entrenar con más ilusión y ganas por cuanto veía posibilidades de llegar a cotas más altas por cuanto se veían nuevas rutas en el taurinismo local y, además, se organizaban más festejos a lo largo de la temporada. Así se montó una novillada para el día del Corpus Christi, el 6 de junio de 1.985, en la que nuestro paisano actuó junto a Rafael Camino y Francisco José Ruiz “Espartaco Chico” en la lidia de novillos de José Luis Pereda.

El onubense Miguel Conde volvía tras su triunfo en la temporada anterior y durante toda su actuación estuvo por encima de las condiciones de sus dos oponentes, haciendo un toreo de garra y entrega, con mucha calidad, llegando a entusiasmar a los espectadores, que gozaron con el quehacer del ya veterano diestro; sin embargo, a la hora de matar no estuvo afortunado tanto en el momento de colocar los aceros, especialmente el verduguillo, al no contar con la necesaria colaboración de su cuadrilla. Lo que pudo haber sido un triunfo apoteósico se quedó en dos grandes ovaciones tras oír los dos avisos en el que abrió plaza y ver cómo era devuelto el que salió en cuarto lugar tras los tres avisos reglamentarios. Pero todos los espectadores salieron muy satisfechos del toreo realizado por el novillero onubense, especialmente en el cuarto de la tarde dejando muletazos muy templados al natural que quedaron en el recuerdo de cuantos tuvieron la fortuna de haber podido contemplar el quehacer del veterano diestro.

Y aquí acabó la carrera de Miguel como novillero pues, unos meses después, comenzó a ejercer como banderillero, tarea en la que se ha distinguido por su eficacia con la que ha conseguido muchos éxitos que le han traído satisfacciones, Y, además, se ha convertido en un gran asesor de los jóvenes que quieren abrirse paso en esta profesión y que, gracias a los consejos que les proporciona, les permite el aprendizaje.

Miguel Conde, torero que merece el reconocimiento de todas la Huelva taurina. Enhorabuena, maestro, y gracias por todo.

Artículo de Vicente Parra Roldán.

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