Artículo de Vicente Parra Roldan
Uno de los dos pocos toreros que han surgido de Palos de la Frontera, aunque, en realidad, hasta hace poco más de un par de décadas, los toros no estaban arraigados en la localidad descubridora por lo que la afición era muy escasa.
Antonio Coello decidió ser torero y se entrenó a fondo para cuando le surgiera la oportunidad, que le llegaría en la noche del 5 de agosto de 1.969 en la Plaza Monumental. En aquella ocasión hizo el paseíllo junto a Lázaro Gallego “El Nini”, Blas Romero “El Platanito”, Tony Garzón y Manuel Sampedro “El Piri” para lidiar un encierro del Marqués de Valdeusa, que salió muy mal para los toreros.
El púbico se había divertido con las cosas de El Nini y El Platanito pero, cuando salió el tercero de la noche, quedó atónito al comprobar la mansedumbre del animal ante que la voluntad y los deseos del torero palermo se estrellaron. El público, que llenaba los tendidos, comprendió la situación y animó con sus aplausos al novillero que se vio obligado a dar la vuelta al ruedo para agradecer las ovaciones y buenos deseos del respetable.
La empresa comprendió que el eral no había permitido la actuación de Antonio Coello y, aprovechando que el día 14, volvían a actuar El Nini y El Platanito decidió dar una nueva oportunidad a Antonio Coello. José Cunquero “Panaderito” y Antonio Gavilán “El Rondeño” completaron el cartel en el que de nuevo aparecía la ganadería del Marqués de Valdeusa que, en esta ocasión tampoco echó mejores novillos, por lo que los actuantes no tuvieron opción para demostrar sus cualidades aunque los tendidos supieron reconocer el esfuerzo de los novilleros que fueron muy aplaudidos.
Y así acabaron las dos actuaciones de Antonio Coello en la capital. Después se dedicó a los negocios y, en el año 1.983, actuó en un festejo que tuvo lugar en su Palos de la Frontera junto a los novilleros Emilio Silvera y Carlos Mora.
