Toreros de ayer: Emilio Silvera González, Parte (I).

A nuestro protagonista podemos considerarlo ya como “Torero de ayer” por cuanto lleva varias temporadas sin vestirse de luces aunque no haya anunciado su despedida que, probablemente, se produzca el día en el que conceda la alternativa a su hijo Emilio, el tercer miembro de una dinastía en la que todos han lucido el mismo nombre, Emilio Silvera.

Desde niño alumbró su afición y pronto hizo su primer paseíllo en la Monumental plaza de toros, en la que actuó durante dos temporadas. Después, en La Merced, es el rey absoluto tanto en el número de actuaciones como de toros lidiados, siendo el único matador que, a lo largo de este coso, ha lidiado a pie una corrida como único espada.

En esta ocasión, repasamos su paso por la desaparecida plaza del recinto Colombino en la que debutó el 5 de octubre de 1.980 en un festival en el que también actuaron Francisco Ponce “Currito” y Manuel Suero “Batalla” lidiando reses de Litri, Diego Garrido, Paco Ortega, Martín Berrocal y Hermanos Domínguez Camacho. En esta ocasión, Emilio se mostró lógicamente muy verde y poco placeado pero realizó dos faenas muy artísticas, apuntando cosas prometedoras. Fue galardonado con las dos orejas de cada uno d esus oponentes, logrando su primera puerta grande en su tierra.

El 24 de julio de 1.981 volvió a hacer el paseíllo junto a Bartolomé Cepeda  para matar erales de Arturo Gallego Hernández. Los actuantes vistieron el traje corto. Emilio estuvo magnifico en el toreo natural con el que abrió plaza que embistió muy bien por ambos pitones, logrando cortar una oreja. Con el otro se lució al torearlo por verónicas antes de que el animal se rajase por lo que no pudo lucirse como con el anterior. En esta ocasión, paseó el anillo.

Repitió actuación el 31 de julio alternando con Currito y Batalla en la lidia de erales de Abilio Hernández. Se lució Emilio al manejar el capote y no superó las dificultades de su oponente, por lo que llegaron los tres avisos en un quehacer que había brindado a Miguel Báez Spínola “Litri”. Larga cambiada un buen veroniquear en el otro al que le sacó buenos pases con la mano derecha, pero, de nuevo, falló con los aceros y recibió otro recado presidencia.

Unos días después se celebró el último festejo en este coso antes de su clausura, aunque ello no significó que Emilio no pisara un coso onubense por cuanto el 15 de octubre de 1.983 actuó en un coso portátil instalado en la Barriada de La hispanidad en una novillada junto al rejoneador Antonio Ignacio Vargas y Emilio Oliva con reses de Concha y Sierra. En esta ocasión, Emilio hizo un toreo fácil y de clase, toreando con mucho temple, en una faena que le valió una oreja. En el otro, un animal sin fuerzas supo sacarle todo el partido por lo que, tras media estocada y un descabello, paseó las dos orejas.

Unos días más tarde, concretamente el 22, intervino en un festival junto a Miguel Báez “Litri”, Antonio Borrero “Chamaco”, Sebastián Borrero “Chamaco II” y el aficionado Pedro Luis Bosch lidiando reses de Celestino Cuadri. En esta ocasión, Emilio demostró sus progresos y, tras una extraordinaria faena, le cortó los máximos trofeos al bravo novillo triguereño.

Todavía queda por reseñar otra actuación de Emilio Silvera en nuestra ciudad y fuera de la Merced. Fue en una corrida a beneficio de la Hermandad del Rocío que se celebró en un coso que se instaló junto al Muelle de Rio Tinto y en la que también actuaron Francisco Barroso y Jesús de Fariñas para lidiar astados de Los Guateles, Manolo González, Concha y Sierra, Manuel Ángel Millares, Carmen Borrero y Villamarta. Las reses no ayudaron y los toreros pusieron mucha voluntad sin lograr alcanzar el triunfo, Para colmo, los toreros sufrieron el castigo de la empresa de La Merced y Emilio tardó nada menos que cinco años en volver a su plaza y los otros dos compañeros no volvieron a pisar el ruedo de la plaza de su tierra natal.

Artículo de Vicente Parra Roldán.

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