JUAN BELMONTE TOREÓ EN HUELVA HACE UN SIGLO

Con muy escasa animación, debido fundamentalmente a los elevados precios de las localidades y a la mala impresión que produjo el ganado durante el desencajonamiento, se celebró una corrida de toros en la que se lidiaron astados de Felipe Pablo Romero por parte de Celita, Belmonte y Saleri II. Ocurrió en la tarde del 8 de julio de 1.917, es decir, hace un siglo.

Entre el público había más espectadores forasteros que locales y que habían llegado a Huelva atraídos por el cartel pero que, al final del festejo, terminaron por enfadarse.

Las reses de Pablo Romero no resultaron todo lo satisfactorias que el público esperaba. No gustaron ni por su escasa presentación ni por el juego que ofrecieron, comprobándose que algunos estaban reparados de la vista y presentaban los cuernos defectuosos, algunos de ellos mogones. Además estuvieron escasos de bravura, saliendo sueltas de las varas siendo condenados a banderillas negras el quinto de la tarde. En total, tomaron veinticuatro varas, con nueve caídas y matando dos caballos.

Celita tomó de capa a su primero instrumentándole varias verónicas en las que se le vio algo apurado aunque hizo dos buenos quites. Con la muleta instrumentó dos naturales y uno de pecho y otros varios que no pasaron de regulares. Necesitó de un pinchazo y de una buena estocada siendo ovacionado. Con su segundo no hizo nada importante con el capote y con la muleta realizó una faena incolora, necesitando para deshacerse de su enemigo de dos pinchazos, dos medias y una casi entera, recibiendo algunas palmas.

Pasó con más pena que gloria Juan Belmonte destacando con el capote. Con la muleta llevó a cabo dos faenas sin nada sobresaliente y con el estoque estuvo bien. En su primero necesitó de un pinchazo hondo y una corta, recibiendo bastantes palmas y en el segundo, otro pinchazo y media delantera y perpendicular siendo abroncado por los espectadores, dada la apatía exteriorizada durante su actuación.

Saleri II se lució en cinco pares de banderillas que colocó en su primero. Con el capote había estado activo y se hizo aplaudir en varias ocasiones y en la muleta, a su primero, le realizó una faena valiente y vistosa que se le aplaudió. Dejó una estocada trasera y atravesada y descabelló a la primera, siendo ovacionado tras haberse solicitado la oreja. En el que cerró plaza, realizó una faena breve para concluir de un pinchazo y media ganándose algunas palmas.

El público no salió contento porque esperaba más tanto del ganado como de los espadas.

Por Vicente Parra Roldán

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