David de Miranda, Oreja al Valor en San Miguel

La Maestranza de Sevilla abrió sus puertas para la primera de la Feria de San Miguel con un cartel de acento sevillano que prometía arte y rivalidad: Juan Ortega, David de Miranda y Pablo Aguado. Sin embargo, en una tarde donde la raza y la nobleza se midieron en la arena, fue el onubense David de Miranda quien se erigió como el faro del coraje, logrando cortar una oreja de peso que supo a gloria.

El torero de Trigueros, sustituto de última hora, demostró que las oportunidades se forjan con el alma. Ante su primero, «Maleado», un astado que evidenció su falta de fuerza y protestaba por el pitón izquierdo, De Miranda sacó a relucir una firmeza inquebrantable. Tras un recibo capotero ovacionado y un vibrante quite por gaoneras (respondiendo a las delicadas chicuelinas de Aguado), el trasteo de muleta fue una lección de pundonor. El toro le avisó con un enganchón, pero lejos de amedrentarse, el diestro se asentó con una quietud pasmosa. La faena fue un monumento al aguante, destacando una serie de pases a mano cambiada que desataron la locura en el tendido. Con una entrega total, logró extraer agua de un pozo seco. La contundencia de la estocada, hasta la empuñadura, selló el triunfo de la oreja, premiando no la facilidad, sino la verdad.

Frente al quinto, «Bolero», David de Miranda volvió a mostrar su solvencia. Inició la faena a pie quieto, ligando derechazos de buen trazo que provocaron el estallido de la música, un pasodoble merecido. Aunque el toro no rompió con la intensidad deseada, el torero mantuvo la compostura, dejando momentos de inspiración y pulcritud. Su labor con la espada volvió a ser efectiva, y el premio fue una calurosa ovación, confirmando su gran dimensión en el ruedo y el buen momento que está viviendo taurinamente hablando.

La Firma del Arte y la Despedida Emotiva

Junto al triunfo del valor, Sevilla pudo disfrutar del arte singular de Juan Ortega. El sevillano, tras un primer toro, «Ebanista», desfondado que no le permitió más que el silencio, se reconcilió con el tendido ante el cuarto, «Bocinero». Allí, Ortega pintó el toreo con el compás abierto, destacando una faena templada y profunda, sobre todo con la zurda, donde el cambio de mano se convirtió en un suspiro. Una oreja, de innegable corte artístico, premió su toreo reposado.

Por su parte, Pablo Aguado no pudo redondear la tarde. Si bien su toreo de capa fue un deleite de temple y elegancia, especialmente en el sobrero, «Duplicado», el lote que le tocó en suerte no colaboró. El toro de Victoriano del Río no terminó de humillar ni de entregarse, impidiendo al sevillano ligar las tandas con la cadencia soñada. Aun así, dejó detalles de su personalísima tauromaquia.

Finalmente, la tarde estuvo marcada por la emotiva despedida del picador Salvador Núñez, a quien Pablo Aguado brindó la faena del sexto y que escuchó una sentida ovación de la afición maestrante. Con una oreja por cabeza, David de Miranda y Juan Ortega pusieron el primer listón alto en esta Feria de San Miguel, donde el coraje y la entrega del onubense resonaron con fuerza. Carlos Alexis Rivera CNP 10746.