Por: Carlos Alexis Rivera CNP 10746
Foto: Archivo
San Felipe no tiene plaza, pero tiene memoria. Y este 29 de noviembre, en el restaurante Kanttaros, esa memoria se hará ruedo. Bajo la sombra de los flamboyanes del sector Kokoro, se levantará una Fiesta Campera que no pretende ser espectáculo, sino afirmación: de estilos, de vocaciones, de trayectorias que se cruzan sin pedir permiso.
A las 4:30 de la tarde, cuando el sol empiece a perder filo, las reses de Campolargo marcarán el pulso de una interesante jornada taurina. Allí estarán los maestros José Nelo “Morenito de Maracay” y Manuel Medina “El Rubí”, con la cadencia de quienes ya no necesitan demostrar nada, pero si enseñar todo. Allí también los aficionados prácticos, Habib “Niño de Temerla” y Miguel Suárez, y los aspirantes a novillero Santiago Guerrero y César Ferreira, que aún buscan el sitio donde el miedo se convierte en oficio.
Pero el centro gravitacional de la tarde será Antonio Suárez, torero tachirense que llega a San Felipe tras enlazar una temporada de consolidación con triunfos en las principales ferias del país. Suárez, ha salido a hombros en San Cristóbal (Feria de San Sebastián), Mérida (Feria del Sol) y San Felipe (Feria de Mayo), sumando siete orejas en tres tardes y dejando plasmada en cada tarde su exquisito concepto de toreo cada vez más depurado, marcado por el temple y la autenticidad.
El tachirense no viene a buscar el aplauso fácil. Viene a preparar su expresión torera antes de enfrentar el rigor de la Feria Internacional de San Sebastián 2026, donde compartirá cartel con diestros de talla continental. Esta campera será su antesala íntima, su laboratorio de silencios, el espacio donde cada pase se ensaya como promesa de algo mayor.
La Fiesta Campera de San Felipe no tendrá palcos, pero tendrá verdad. Y en esa verdad, Antonio Suárez buscará reafirmar que su toreo no persigue el ruido, sino el peso. Toreará como quien sabe que el horizonte está cerca, pero que la tierra —esta tierra— sigue siendo su punto de partida.
















