El Rey de Espadas

Qué honor poder presenciar tarde tras tarde las reservas que ofrece La Merced desde que la sientes callada hasta que llega el fervor de su Puerta Grande. Un trasiego desde la calma de sus muros a la exaltación de los triunfos de aquellos que los perfilan. Triunfos de ley conquistados por los que llevan el toreo en la cabeza, de día y de noche.

Era el primer plato fuerte de esta feria torera por los cuatro costados. Borja Jiménez, David de Miranda y Marco Pérez vuelven a firmar una vez más el gran momento por el que pasan en sus carreras profesionales.

Uno de los carteles más esperados por la afición por su novedad y frescura. De inicio con tres debutantes, el primero, Emilio de Justo, que finalmente por su lesión, fue sustituido con justo derecho por David de Miranda que ha vuelto a hacerlo, no porque sea en su Huelva a la que venera, sino porque es uno de esos hombres hechos y derechos que se entregan con el oficio por y para el que se desvive. Triunfador absoluto de Huelva en la temporada pasada y en la actualidad, el único invicto de Sevilla.  Es el “Rey de Espadas,” un cañón, transmisor de su capacidad e inteligencia para estar delante de la cara de sus dos en suerte de Juan Pedro Domecq. Pelos de punta en una faena cumbre al enclasado primero de su lote con el ajuste, el equilibrio, la compenetración, la suavidad y la templanza que el de Trigueros ha ofrecido para el regocijo del graderío. Sonaba Huelva por palmas, esa música que ensalza los sentidos cuando la llevas dentro. Sin titubeos, la madurez del onubense es honda. A ley se ha llevado la tarde con cuatro orejas en el esportón, con dos figuras del toreo que se han entregado por primera vez en esta bendita tierra, ilusionados por pisar el albero mercedario con las mismas sensaciones que me impregnaron los novilleros en las tardes anteriores.

Con gran expectación llegó Marco Pérez al territorio onuba tras ser reconocido como “niño prodigio” suscribiendo con firmeza y dominio frente a dos oponentes, el de inicio sin fondo, y al último propio en suerte, al que tuvo que someter.  Con una brillante trayectoria como novillero que despidió lidiando seis astados en solitario en la Feria de San Isidro en Madrid y su doctoramiento hace escasamente dos meses en Nimes, nos argumenta su apoderado, Juan Bautista, que desde entonces han sido seis corridas de toros, las cuales no han dejado de poner en la evidencia de que se trata de un portento adelantado a su edad que tiene la capacidad y mando para enjaretarse y resolver con afanado convencimiento de lo que hace.

Poderoso Borja Jiménez en su presentación en Huelva con una temporada centelleante a sus espaldas, con sus triunfos indiscutibles en Madrid, Sevilla o ahora en julio proclamándose máximo triunfador en Manzanares y Roquetas de Mar, ha demostrado que está donde está por su indudable labor tarde tras tarde. Dos faenas de mucho peso, la primera de ellas con uno que anduvo falto de motor y al que finalmente sometió, y otra gran faena administrada, exprimió todo lo que aquel segundo suyo llevaba dentro. Disgustado su rostro por haber rozado el laurel si no hubiese sido por culpa de los aceros. Hoy no anduvo acertado y el maestro lo reconoció con la sencillez y humildad de un hombre auténtico.

Lo verdadero y cierto de todo esto es que el “Rey de Espadas” lleva los machos bien apretados para reventar las calderas que sean necesarias, encontrándose en un momento formidable de, como dice siempre el maestro en palabras propias, “estando en constante evolución”. El asiento y la madurez que dan los años, la experiencia, pero sobre todo la ilusión de seguir en la lucha de conseguir estar por mérito propio, en todas las ferias importantes del territorio nacional, es el motor infalible de su admirable tesón. Es David de Miranda.

Artículo de Rocío Molina Pineda