Galería de Mario Vilau en Sanlúcar

4º Mario Vilau deslumbra con valor y temple ante “Guardés” en una faena de altos vuelos

La plaza se encendió con la entrega sin reservas de Mario Vilau, que firmó una de las faenas más emocionantes de la tarde ante “Guardés”, un novillo de nobleza clara al que cuajó por ambos pitones con valor, estética y conocimiento. Una actuación redonda, solo empañada por la espada, que levantó al público de sus asientos e incluso hizo brotar la petición de indulto. El inicio no pudo ser más impactante. Vilau se fue a portagayola para recibir al de Fuente Ymbro con una larga cambiada que marcó el tono de la faena: arriesgada, sincera y entregada. De rodillas, ya en el tercio, continuó su saludo capotero a la verónica sin incorporarse, en un gesto de pureza y quietud que caló hondo en los tendidos. En los medios y aún de rodillas, comenzó la faena de muleta por el pitón derecho, ligando los pases en redondo con temple y firmeza. Bajándole la mano con suavidad, firmó una tanda de peso que fue reconocida con fuerza por el público. Supo darle tiempo y espacio al novillo, aprovechando su inercia para cuajarlo también al natural. Le ofreció el pecho y tiró de él con despaciosidad, adornándose con un afarolado que dio paso a momentos de gran torería. Retomó el pitón derecho, atalonado en la arena, y combinó la profundidad de su toreo con adornos de su tauromaquia personal: cambios de mano, recursos expresivos y una variedad que enriqueció la faena. Siguió con circulares y muletazos de mano baja, templando y sometiendo a un novillo que respondió con nobleza y clase. Las bernadinas del epílogo, muy ajustadas, pusieron a prueba el valor de Vilau y sellaron una actuación de gran conexión con el tendido. Un pase de pecho en rodillas y un desplante pusieron el broche a la obra. Parte del público, entusiasmado, pidió el indulto, provocando dudas en el torero. Finalmente, tras un pinchazo, dejó una estocada entera, algo tendida pero eficaz. Una faena que, de no ser por la espada, hubiera tocado la perfección. El nombre de Mario Vilau quedó escrito con letras de oro en esta tarde de entrega, torería y emoción. Dos orejas y rabo, y vuelta al ruedo para el novillo.

Galería de José María Estévez Romero «Tapi»