El coso de El Arenal vivió una jornada para el recuerdo de la mano del diestro gaditano David Galván, que bordó el toreo ante un encierro de Victorino Martín, dejando una actuación de enorme dimensión artística. Galván, que vestía su elegante terno azul «genio» y oro, cuajó una de las faenas más rotundas y templadas de su carrera y cortó un total de cuatro orejas y un rabo.
El momento cumbre llegó en el cuarto de la tarde, un toro de nombre «Bohonero», con el que David Galván escribió una página gloriosa en su trayectoria. Desde el primer muletazo quedó claro que la comunión entre toro y torero sería inolvidable. Comenzó la faena con doblones por bajo, firmes y cadenciosos, con el sello personal que distingue al gaditano. Lo que vino después fue una sinfonía de naturales de alma, hondura, verdad y temple. Galván toreó olvidándose del cuerpo, dejándose llevar por el alma, y consiguió fundirse con la embestida del animal de Victorino. El público, totalmente entregado, rompió en ovaciones. La faena fue premiada con las dos orejas y el rabo, y el toro, recibió los honores de la vuelta al ruedo. Una obra cumbre que ya forma parte de la historia del coso de El Arenal.
El primero de su lote fue diferente. Muy exigente y complicado por el pitón derecho, llegó a prender a Galván sin consecuencias graves. Sin embargo, el torero gaditano no se amilanó y, tras el susto, logró robarle series de naturales de una pureza excepcional, plenos de templanza y clasicismo. Media estocada y un descabello dejaron en una oreja de peso un trasteo de altísima nota, que bien pudo haber sido premiado con el segundo trofeo.
En el sexto, Galván volvió a mostrar su madurez y capacidad frente a un toro encastado y con muchos matices. Construyó una faena inteligente y sentida, basada de nuevo en el toreo al natural, donde afloraron la personalidad, el temple y el gusto que lo definen. Una vez más, tras media estocada y el uso del descabello, pasó otra oreja con mucha fuerza.
Con esta actuación histórica de cuatro orejas y un rabo, David Galván no solo conquista La Línea, sino que reafirma su momento artístico y su sitio entre los toreros llamados a marcar época.