Con el primer “No Hay Billetes” de la Feria de Colombinas, la Plaza de Toros de “La Merced” ha brillado con destellos de gloria.
Gloria dignificada en la labor de tres figuras del toreo que hoy han hecho el paseíllo queriéndose llevar el reconocimiento y el cariño de la afición onubense por encima de la cuantificación de triunfos.
Huelva ha sonado fuerte, el cariño derrochado por los tendidos ha sido ensordecedor. Seis de “Torrealta”, y ellos, los maestros, muy por encima de lo propio, porque si bien la corrida estaba bien presentada, de comportamiento fue diverso. Faenas inventadas, faenas escalofriantes de valor y capacidad las de Roca Rey y las de David de Miranda.
Si hay una característica inherente al carácter del torero onubense, esa es la honra. Honra en su persona y en su torería. Una tafallera redonda y eterna se inventó el de Trigueros al sexto de la tarde que hizo cimbrear los corazones de esta plaza abarrotada. Con qué rotundidad ha rugido La Merced, y volví a emocionarme escondiéndome la cara, cuando cuajó al primero de su lote con la dimensión que solo él está sabiéndole dar a su toreo. Una vez más y otra más, palmas por Huelva al de Huelva, pero también se las llevó Andrés Roca Rey, y más aún ante la negativa del Presidente por esa oreja pedida categóricamente por el público que no fue concedida en el quinto de la tarde, que fue muy complicado y al que concluyó con precisión.
Honra la del peruano, sin duda, que fue volteado feamente en el segundo de la tarde, y visiblemente dolorido terminó de sembrar lo que comenzó, calentando a la parroquia que se entregó con él. Dos orejas le valieron tras rubricar con un estoconazo rotundo al primero de su lote. Pero él se marchó a hombros, cruzando el dintel de la Puerta Grande en busca de la Vega Larga satisfecho, nada se ha dejado, venía con mucha ilusión y ha dejado bien claro por qué manda en esto.
Huelva ha abierto sus brazos, con todo el cariño a tres toreros que venían a darse. José María Manzanares lo dijo abiertamente apretando sus ojos, “me voy con la pena de no haber podido triunfar en Huelva, porque la quiero mucho”. Recibió en el tercio ese afecto, tuvo un lote complicado que requería técnica y que enseñaban el peligro. No fue su tarde con los aceros tras una faena trabajada al cuarto que siempre dejaba la cara arriba y no ofreció opciones de lucimiento. Vergüenza torera de una figura que asumía una tarde de derrota ante el triunfo de sus dos compañeros.
David de Miranda está ahí, lo sabemos y lo conocemos, siempre entregado a su Huelva y a su público al que dice tanto le debe, no se achica ante nada. Sigue teniendo hambre, pero sobre todo esa ilusión que hace que se crezca siempre ante la adversidad. En es te segundo plato fuerte de la feria, la cena se sirvió bien. Otra gran feria para el de Trigueros.
Mañana más, aún nos queda feria taurina por delante, y viviremos otra tarde llena de eso mismo, de mucha vida. Otra que ha agotado el papel y que se espera como agua de mayo. La Merced y sus brazos abiertos.
Artículo de Rocío Molina Pineda