Me dispongo a escribir estas letras con ganas arrolladoras de poder expresar todo aquello que estas Colombinas han podido hacerme sentir.
No es mi sentimiento lo que importa aquí, vaya de antemano, ni mucho menos, pero si algo me gustaría relucir, bajo mi humilde opinión estos seis días de frenético ritmo es que, éstos resultan los más bellos del año para la Huelva taurina. Un año entero esperando, pasó presta la semana, paladeando cada instante de cada día y de cada noche, después de los festejos, para escribir lo que ahora pueden leer.
Una feria de agradecimientos inusitados, por el calor tan entrañable que he podido recibir de todo el personal de plaza, medios de comunicación e incluso los acartelados. No me llevo este año ningún disgusto e incluso me atrevo a decir que ha sido todo desde el polo opuesto. Facilidades en el desarrollo del trabajo ofreciendo cariño y amabilidad siempre. Qué buen recuerdo me llevo. La compañía de hoy ha sido para mí el broche de oro a todas estas tardes de correr de aquí para allá. Compartir durante la corrida de rejones, burladero con el maestro Paco Ojeda ha sido algo fuera de lo inimaginable. Un consejo me quedo que espontáneamente el maestro ha tenido a bien señalarme. Sentenciadora sabiduría como la que generó con su toreo.
Con una plaza llena, otra tarde más, de público ilusionado, la plaza ha vuelto a rugir con los tendidos en pie ante la espectacularidad de Diego Ventura. Todo bien hecho con una conexión vibrante, porque es un torero que siente lo que hace, que se entrega todas las tardes, y en palabras propias añade que “si vivo y monto a caballo todos los días es por poner banderillas como esas donde se ha parado el tiempo con Nivaldo”.Maestría en estado puro en su cabalgadura.
Andrés Romero llegó a su Huelva sin Romeo, tristemente desaparecido la semana pasada en el festival de Algodonales tras ser corneado. Hoy despidió a otro de los grandes, Guajiro. Pero esta vez éste se fue por la puerta de los grandes. Le cortó la coleta a su caballo, dio su última vuelta al ruedo acompañándole, recibiendo todos los honores que merece por una trayectoria alcanzada y ganada, y como no podría ser en otro lugar que, en esta bendita plaza, en tarde triunfal para el de Escacena. La cara y la cruz del toreo habida y sentida en pocos días por Andrés Romero.
Sin suerte en su debut en Huelva para Sergio Galán, que venía con “la ilusión de un niño chico”, argumentó. Tras más de veinte años de alternativa, se presentaba en La Merced con las ganas de poder vaciarse, pero no tuvo suerte en el lote y se fue de vacío. Eso sí, con todo el cariño en los bolsillos de la gente buena de Huelva.
Darle a esta ciudad lo que merece, mejorar año tras año una feria que tiene peso importante en el calendario taurino es una labor encomiable del equipo de Toros Pereda, encabezada por el empresario José Luis Pereda, a quien debemos felicitar por el arrojo y el empeño que le ha puesto a la confección de una feria de Colombinas muy rematada. Ahí están los resultados. Si La Merced ha relucido, se ha rebosado de alegría es porque ha sido el efecto de un trabajo loable, hecho con cabeza y con amor a su afición y a su tierra.
El año que viene, más y mejor, si Dios quiere. Ella, la de la Vega Larga, estará esperándonos de nuevo con los brazos abiertos.
Artículo de Rocío Molina Pineda