La Gesta de Emilio Silvera

El 13 de mayo de 1.993 es una fecha que los onubenses, taurinos o no, siempre recordarán pues aquel día Emilio Silvera, de forma generosa y gratuita, lidió como único espada una corrida de toros cuya recaudación fue destinada al Real Club Recreativo de Huelva que, por entonces, pasaba una difícil situación económica y necesitaba el apoyo de todos los ciudadanos.

En un principio los responsables de la “Campaña de Salvación” habían pensado en un cartel compuesto por Emilio Silvera, Miguel Báez “Litri” y Antonio Borrero “Chamaco” con reses de Luis Algarra. Pero, en el reconocimiento previo, varios toros fueron rechazados de tal manera que la corrida tuvo que suspenderse de forma incomprensible.

Ante la falta de fechas de sus compañeros de cartel, Emilio Silvera dio el pase adelante y decidió encerrarse con reses de distintas ganaderías onubenses que también fueron regaladas para que los beneficios fuesen mayores.

Para esta nueva corrida se fijó la fecha del 13 de mayo y el festejo estaría amenizado por Paco Toronjo, quien interpretaría diversos fandangos a lo largo de la lidia. Era un aliciente más para que acudiera el público y éste dio una buena respuesta por cuanto, a la hora del paseíllo, tres cuartas partes del aforo de la plaza estaba cubierto no sólo por los aficionados y admiradores de Emilio Silvera sino también por muchos onubenses que habían querido contribuir a que la recaudación fuese mucho más amplia y así tratar de solventar los graves problemas económicos que atravesaba el club de sus amores. Gran ambiente y deseos de diversión en una tarde llena de onubensismo en todos los aspectos.

Pero el festejo estaba gafado y, a la hora del reconocimiento, sólo había reses de cinco hierros y, para colmo, una de ellas era un novillo, el enviado por José Ortega Sánchez. La autoridad gubernativa, con el consentimiento de los restantes ganaderos, miró hacia El Cabezo y permitió su lidia como toro, sin que el gran público llegase a enterarse de esta situación surgida a última hora.

Por orden de salida se lidiaron astados de Garcibravo, José Luís Pereda, Hijos de Celestino Cuadri, José Ortega Sánchez, Diego Garrido y otro de José Luís Pereda. Como es lógico, variedad presentación y juego, destacando el llamado Siberiano, marcado con el número 27 y con 553 Kg., del hierro de Cuadri, que, finalmente, fue declarado triunfador del concurso.

Fortísima fue la ovación que acompañó a Emilio Silvera, que, para la ocasión, estrenó un terno champaña y oro, cuando apareció en la puerta de cuadrillas y durante el paseíllo y que fue el preludio de la entrega que todos los espectadores tuvieron hacia el torero por su decidido gesto a favor del Recreativo. Además, en los tendidos se pudieron contemplar algunas pancartas agradeciendo al diestro su gesta y su apoyo al conjunto futbolístico.

El primero de la tarde llegó muy parado a la muleta, estrellándose los buenos propósitos del torero que dejó muestras de las ganas que tenía. Acabó pronto de dos pinchazos y media para recibir unas palmas a la voluntad y de ánimos para el resto de la tarde. Recibió con jaleadas verónicas al segundo, que tuvo un buen comportamiento, del que supo aprovecharse Silvera para sacarle series con ambas manos entre las ovaciones del público, por lo que, pese a necesitar de dos pinchazos y media, le galardonó con el primer trofeo de la tarde que paseó entre la ovación de los espectadores.

Bullidor y con ganas recibió Emilio al tercero, un animal que, por sus muchos kilos, se fuera apagando pero su nobleza y temple permitió al torear enjaretar algunas series estimables. Sin embargo, falló a espadas por lo que cambió el triunfo por el recado presidencial que recibió. Fue muy aplaudido por cuanto los tendidos estaban con el torero. Superó las condiciones del cuarto, que se rajó y se entableró, pero Emilio logró que el animal siguiera la muleta en pases muy estimables, coreados por los tendidos que, al matar de una gran estocada, le premió con las dos orejas en medio de la general alegría de todos.

También los kilos hicieron que el quinto se apagase muy pronto, por lo que Silvera, en plan maestro, lo macheteó por la cara antes de entrar a matar, tarea en la que no estuvo muy afortunado. Nuevamente, palmas a la voluntad al comprender el público las nulas condiciones de su oponente. En el que cerró plaza, cuya faena brindó a Paco Toronjo, hizo lo imposible para corresponder al brindado y, con buna buena estocada, terminó con él y cortarle el cuarto trofeo de la tarde entre las ovaciones del público.

Emilio Silvera fue alzado a hombros para salir por la Puerta grande como agradecimiento por la gesta llevada a cabo, mientras los espectadores salían satisfechos de la labor realizada por el torero en una tarde comprometida y de la que supo salir adelante con mucha dignidad y con el reconocimiento de todos cuantos habían acudido a acompañarle en este benéfico festejo. Y todos contentos, menos los organizadores que lograron una menor recaudación de la prevista en un principio a pesar de la excelente entrada que hacía presagiar que los objetivos económicos se habían cumplido.

Artículo de opinión de Vicente Parra Roldán.

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