La Feria de Cali comenzó con media entrada, poca materia prima y el brillo de un joven que por fin pudo pisar su plaza. Castella, De Castilla y Pérez sostuvieron la tarde por encima del ganado.
A pesar del difícil momento que atraviesa la tauromaquia en Colombia y con la prohibición al acecho, la Feria de Cali abrió su edición con una corrida en la que la media entrada representó mucho más que un aforo: fue una declaración de principios. En una tarde agradable, la emoción no vino solo del toro, sino del símbolo que implicaba volver a dar toros en esta plaza. A ello se sumó un gesto cargado de humanidad: los brindis de Sebastián Castella y Juan de Castilla al banderillero Ricardo Santana, protagonista de una lucha por la vida tras su grave percance hace un año en Manizales.
La corrida, sin embargo, no fue fácil. El encierro de Juan Bernardo Caicedo tuvo poca raza, escaso celo y desiguales condiciones. Sebastián Castella se enfrentó al primero, suelto y sin entrega, y al cuarto, un toro sin clase que solo embistió por la porfía del francés, que tiró de temple, firmeza y generosidad. Hubo poco sitio para la emoción en sus toros, pero sí en su actitud, capaz de crear algo donde apenas había. Juan de Castilla, por su parte, aprovechó con inteligencia la movilidad del segundo, dejándoselo crudo en el caballo para alargar su inercia. Cuando lo exigió, el toro renunció. En el quinto, con más presencia, pero menos raza, volvió a mostrar oficio y recursos, aunque el acero le negó el premio.
El gran triunfador de la tarde fue Marco Pérez. El salmantino, por fin presente en esta plaza tras la polémica cancelación de su actuación como novillero hace dos años, cuajó una tarde importante. Al tercero, noble, obediente y con movilidad —premiado con la vuelta al ruedo, tras una tímida e injustificada petición de indulto— lo entendió a la perfección. Con temple y suavidad, fue desarrollando una faena larga y alegre, en la que destacaron dos derechazos de enorme lentitud y hondura. Solo la espada le privó del trofeo. En el sexto, un toro más emotivo que profundo, volvió a entregarse: verónicas de rodillas, un quite variado y una faena de muleta sincera, pasándoselo cerca y con la verdad por delante. Esta vez sí paseó el trofeo, pero el acero le negó la puerta grande.
FICHA DEL FESTEJO:
Viernes 26 de diciembre. Plaza de toros de Cañaveralejo, Cali (Colombia). Primera de feria. Cerca de media entrada en tarde soleada.
Toros de Juan Bernardo Caicedo, parejos en su correcta presencia, pero de pobre juego en general. Destacó el noble y obediente tercero,“Jilguero”, nº 407, premiado con la vuelta al ruedo.
Sebastián Castella, (de lila y plata), silencio y palmas.
Juan de Castilla, (de verde botella y oro), ovación y silencio tras aviso.
Marco Pérez, (de lila y oro), ovación tras aviso y oreja.




























