El pasado 22 de septiembre, la afición peruana de Contumaza de la provincia de Cajamarca fue testigo de un intenso y exigente «mano a mano» entre el novillero venezolano Alejandro Barragán y el experimentado matador de toros local, Francisco «Paco» Céspedes. Ambos diestros lidiaron un encierro de la ganadería de Monte de Olivo que, pese a su juego irregular y complicaciones, permitió a los toreros exhibir su valor y oficio, saldándose la tarde con una oreja para cada uno.
La Casta de Barragán en el Ruedo Peruano
El venezolano Alejandro Barragán demostró el porqué de su notable proyección. Con su primer novillo, un burel que exigía firmeza, el torero tejió una faena de gran mérito, construida con temple y verdad. Con la muleta, dominó la embestida del astado en el centro del ruedo, ligando series de alto calibre que conectaron de inmediato con los tendidos. Su toreo serio y entregado culminó con una estocada bien colocada, recibiendo de forma unánime los aplausos del público y un trofeo de peso: una oreja que supo a Gloria.
La tarde se tornó más cuesta arriba con su segundo enemigo, un novillo de embestida incierta que puso a prueba la raza del torero. Barragán, lejos de amilanarse, se plantó con firmeza, exponiendo en cada muletazo y sacando pases de donde parecía no haberlos. A pesar de su gran labor y un certero espadazo, la demora del animal en doblar enfrió el ambiente, impidiendo el corte de una segunda oreja y, con ella, la salida a hombros por la puerta grande. Aún así, su actuación dejó claro que la casta del toreo venezolano está presente y que su valor es incuestionable.
El Oficio del Maestro Céspedes
Por su parte, el matador anfitrión, Francisco «Paco» Céspedes, no se quedó atrás. El veterano torero se topó con bureles que también presentaron dificultades, pero su habilidad y su dilatado oficio le permitieron solventar la lidia con maestría. Haciendo gala de su destreza, el torero inca se sobrepuso a las complicaciones y mostró su buen hacer, logrando arrancar una merecida oreja, demostrando una vez más el valor y la experiencia del toreo peruano.
La tarde en Contumaza fue un reflejo de que el respeto, la valentía y el arte se abren camino en cualquier ruedo, con dos toreros de diferentes naciones dejando su sello y llevándose un justo premio ante un público exigente. Carlos Alexis Rivera CNP 10746