Paco Lama de Góngora, fin de temporada

El torero sevillano, Lama de Góngora cuenta es sus redes sociales, como ha vivido esta temporada a caballo entre España, Francia y América.

En total ha toreado 22 corridas de toros y cuatro festivales, donde ha salido a hombros en 14 ocasiones, ha cortado un total de 38 oreja y un rabo, cierra su temporada con 1 toro indultado.

Fin de temporada.

Treinta y ocho vuelos.

Millones de kilómetros.

Un atillo al hombro, cargado de sueños y de fe.

He dormido poco, he sentido mucho. Cada amanecer fue una batalla nueva, una ilusión que volvía a encenderse como una llama.

He toreado toros buenos… y toros malos.

He volado por los aires a 4000 metros de altura y he sentido la tierra temblar bajo mis pies en Sevilla.

He llorado frente a una puerta de chiqueros sin ambulancia… y he rezado antes de cruzarla.

A mi lado, un equipo inmejorable, hombres leales que reman conmigo contra viento y marea.

Amigos que no cambiaría por nada, a quienes confiaría mi vida sin pensarlo.

He entrenado hasta el límite.

He leído, he meditado, he buscado respuestas en el silencio.

He derramado lágrimas que no pude contener.

He puesto toda mi ilusión en cada embestida.

A veces un pisco para olvidar… o para recordar.

Carreteras interminables, curvas, desiertos… y risas que curan todo al llegar.

Alguna visita que me llenó el alma.

Horas viendo torear a los grandes, soñando con alcanzar esa pureza.

Algún cigarrillo entre los dedos, emocionado, enamorado otra vez del toro bravo.

Una despensa vacía pero una vitrina llena de trofeos.

Una escalera repleta de trastos de torear.

El abrazo de Moisés al volver.

Siempre volver.

El Señor de los Milagros y la Virgen de la Esperanza me han acompañado.

Un nuevo traje de corto… y de luces.

Una carta al pasado, una mirada al espejo, una espada afilada con fe.

Las llamadas de papá y mamá, siempre a tiempo.

Un apoderado que nunca suelta el timón.

Unas Converse gastadas.

Torear de salón hasta en el baño.

Rezar en cada esquina.

Una furgoneta que se rompe, un autobús que parece una máquina del tiempo.

Una pastilla de jabón, una toalla y una estampita de la Virgen de Alta Gracia.

Y con eso… suficiente.

Sevilla y Madrid. A morir.

He entregado mi vida al toreo. Lo disfruto, lo padezco, y me hace sentir vivo.

Mi corazón se queda en la plaza.

Mi alma… entre las astas.

Fin de temporada.

Ahora nos vamos a México.