Toreros de ayer: Miguel Báez Spínola «Litri», Parte (V).

El 3 de agosto de 1.992 se celebró el cartel soñado por la afición con Emilio Silvera, Litri y Chamaco ante toros de Los Guateles. No tuvo toro Litri con el primero de su lote. Sin duda alguna, la costalada que se dio el animal mermó sus ya escasas fuerzas, por lo que el torero apenas encontró material para el lucimiento, optando por acortar su quehacer y concluirlo con manoletinas y adornos, dejando dos pinchazos, estocada y descabello, siendo ovacionado. Se esperaba la reacción de Litri después de que sus compañeros hubiesen obtenido trofeos y, con el quinto, buscó el éxito, citando desde lejos para iniciar el litrazo ante el entusiasmo de los tendidos. Después siguió toreando con ambas manos antes de volver a los adornos y desplantes para culminar una larga faena, premiada con las dos orejas tras haber sido avisado. Dio una clamorosa vuelta al ruedo.

Días después, concretamente el 7 de agosto de 1.992 actuó junto a Emilio Muñoz y Espartaco, lidiando una corrida de Javier Camuñas y de Montalvo. Miguel Báez Litri se encontró, en primer lugar, con el animal sin fuerzas, por lo que fue muy protestado. El onubense lo recibió muy bien con el capote y, cuando utilizó la muleta, tuvo que hacerlo a media altura para evitar más caídas del toro al que no se podía obligar. Logró sacarle algunos pases templados a un buen toro, pero sin fuerzas. Dejó una estocada y se le ovacionó con calor. Pudo sacarse la espina en el que cerró plaza, un toro manso y rajado, pero que Litri, tras ahormarlo, fue capaz de hilvanar muy buenas series corriendo las manos para sacarle un partido que parecía no tener el toro, por lo que, al matar de una buena estocada, logró la única oreja de la tarde.

El 1 de agosto de 1.993 hizo el paseíllo junto a Emilio Silvera y Manuel Díaz “El Cordobés” para lidiar toros de Hijos de Celestino Cuadri. Buen veroniquear de Litri a su primero, que sería devuelto. Pero el onubense no terminó de hacerse con las embestidas del sobrero y, para colmo, mató muy mal, de seis pinchazos y un descabello, por lo que las opiniones se divirtieron. Se sacó la espina con el quinto, que brindó a Emilio Silvera, y, desde que salió de los chiqueros, el onubense buscó el triunfo porque no quería marcharse de vacío de la plaza. Por ello, Miguel Báez Litri supo ponerle toda la emoción necesaria junto a un toreo templado y dominador entre el entusiasmo de los tendidos que, al acabar de estocada caída, le premió con las dos orejas, que le permitiría abandonar la plaza por la Puerta grande. En esta ocasión, acompañado por José Escobar, mayoral de la ganadería de Cuadri.

El 3 de agosto de 1.993, actuó al lado de Espartaco y Enrique Ponce con reses de Los Guateles. No se acopló en ningún momento Miguel Báez Litri con el segundo de la tarde, que le enganchó en demasía la muleta. A pesar de ello y tras una estocada, el público le concedió un trofeo. Cambió la decoración con el quinto, un animal con más motor, y ante el que el torero onubense se lució en las series iniciales de derechazos para aumentar el valor de la faena con los naturales. Sin embargo, su labor quedó deslucida a la hora de utilizar la espada, al dejar cinco pinchazos y un descabello, siendo ovacionado.

Participó en un festival benéfico celebrado el 13 de febrero de 1.994 junto a Emilio Silvera y Jesulín de Ubrique con novillos de diversas ganaderías. Miguel Báez Litri no encontró material apropiado con el primero de su lote, ante el que estuvo entregado y con ganas, pero los continuos parones del animal le impidieron el lucimiento. Dejó dos pinchazos y un descabello, tras los que se escucharon algunos aplausos en espera de lo que sucediera en el quinto. Pero el animal acusó los kilos y el puyazo de más que se le suministró, por lo que llegó muy parado a la muleta que, con ganas, le presentaba Litri que no quería marcharse de vacío, por lo que el esfuerzo fue ímprobo para agradar a la concurrencia que, satisfecha por el esfuerzo realizado por el torero choquero le premió con una oreja con la que paseó el anillo entre grandes ovaciones.

Artículo de Vicente Parra Roldán

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