Toreros de ayer: Miguel Báez Spínola «Litri», Parte (VIII).

Inició la temporada de 1.999 con un festival celebrado el 28 de febrero, actuando junto a Emilio Silvera, Enrique Ponce, Jesulín de Ubrique, El Tato, Óscar Higares y Francisco Barroso con novillos de diversas ganaderías. No llegó a entenderse Miguel Báez Litri con su oponente, un manso que también tuvo violencia, por lo que el anfitrión sólo pudo lucirse con la capa porque con la muleta sólo la utilizó para preparar la muerte, que llegaría de pinchazo y media, siendo también ovacionado por los tendidos, que, de esta forma, quisieron agradecerle el esfuerzo realizado para organizar el festejo.

Y actuó en su última corrida en Huelva el 3 de agosto de 1.999, haciéndolo con Enrique Ponce y Julián López “El Juli”.  Los toros de la familia Pereda – el segundo llevaba el hierro de María José mientras que los restantes el de su padre José Luís – estuvieron justitos de todo y, si hubiesen tenido un poco más de fuerzas – especialmente, los tres primeros lidiados – todavía estaríamos viendo como se le daban vueltas al ruedo con un montón de trofeos porque, en esta ocasión, los matadores tuvieron ganas de agradar y, de esta manera, homenajear a Miguel Báez Litri en la tarde de su despedida de su afición. Por ello, sus compañeros de cartel tuvieron la gentileza de brindarles el quehacer de una de sus actuaciones para mostrarle su respeto y admiración. Y, como El Juli es muy listo, el brindis lo hizo compartir con todo un maestro, con Miguel Báez Espuny Litri padre y así, de esta manera, tuvo más a su favor el entusiasta público que llenó la plaza. Y muchísimos de los que estuvieron allí salieron no sólo satisfechos, sino que, incluso, los había que iban toreando por las calles a la salida de la plaza. Ese era el ambiente que se vivió en esa jornada en los aledaños de la Vega Larga, hasta donde acudieron muchas otras personas para sumarse a la fiesta choquera que se vivía con ocasión de la despedida litrista. Lo más torero lo hizo, una vez más, Miguel de Huelva, cuya actuación fue tan honesta que estuvo comedido en el homenaje – merecidísimo – que sus paisanos le tributaron. Se negó a dar la segunda vuelta al ruedo y supo hacer esperar a que saliera el cuarto para hacer su faena, la que quería para los suyos. Ovacionado en el primero, cortó las dos orejas en el cuarto.

Artículo de Vicente Parra Roldán.

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