Desde el Cinco.
Sevilla, la gloria.
El sitio predilecto para ir a los toros y disfrutar de una tarde incomparable es sin duda Sevilla, el entorno invita a cualquier persona que tenga un mínimo de sensibilidad acudir al templo del toreo por excelencia es un auténtico deleite para los sentidos, hoy en un día tórrido de otoño, con los boletos agotados, con casi doce mil almas y con la inusitada expectación con un cartel muy rematado con tres nombres propios muy reconocidos por la sevillanía de las últimas citas, Morante, Manzanares y Aguado con ganado de Matilla, familia García Jiménez de notable presencia y escaso juego solo el segundo superó la exigencia, Morante lo vimos limitado por la lesión célebre que le tuvo apartado casi dos meses, sólo le pudimos disfrutar de tres lances a su primero de una cadencia estelar y poco más con dos oponentes a contra estilo, Manzanares desajustado a pesar de torear bien a un toro de Matilla de excelente recorrido pudo desorejar falló en su primer intento hubo una leve petición, al quinto nada destacable de mención.
Aguado resurge con un toreo primoroso, con el capote dibujó tres chicuelinas de ensueño y con la muleta dos trincheras del mismísimo Pedro Escacena firmaría en sus mejores lienzos, un cambio de mano colosal y un molinete de una sutileza rotunda, este Aguado torea como los ángeles sus trazos son viajes cargados de torería y sinceridad plena, acierta con la espada y corta una merecida oreja, ya sabemos que el chiquillo del recordado rehiletero de la Macarena Luque Gago es una ayuda inestimable de aficionado sensible y auténtico es otra garantía para esta plaza tener a este extraordinario aficionado como presidente, en el sexto nada pudo hacer Pablo con un toro muy deslucido.
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla primera de San Miguel, lleno absoluto y cartel de no hay billetes.
Toros de García Jiménez.
Morante de la Puebla, silencio y silencio.
José Maria Manzanares, ovación y saludos.
Pablo Aguado, oreja y silencio.
Crónica de Alfonso Leandro
