Desde el máximo respeto a la comisión organizadora de Ceret y a toda su afición, con la que me siento muy identificado.
Plaza en la que, con orgullo, puedo decir con total humildad que mis actuaciones siempre resultaron triunfales, incluida la tarde del 16 de julio de 2007. Aquella tarde me costó mucho volver a la cara del toro después del ‘cornalón’ que recibió el maestro Luis Francisco Esplá en el primer toro.
Las complicaciones del toro se unieron al fuerte vendaval que soplaba y en el inicio de faena fue cogido agresivamente por el toro del ‘Cura de Valverde’ que le propinó tres cornadas: “Una en el pecho, otra en el escroto y una tercera superficial en la cara”.
Mientras le llevaba en mis brazos a la enfermería pude comprobar la gravedad de la herida en el pecho viendo y sintiendo como salía aire por el pulmón. La gravedad del percance hizo que el maestro Esplá perdiera las constantes vitales por lo que tuvo que ser evacuado de la plaza en helicóptero hasta el Hospital Saint Pierre de Perpignan.
A mí me tocaba, por turno, matar el toro que le hirió y tal fue la angustia inicial que la corrida, incluso, se paró durante unos minutos por decisión mía y de mi compañero Sánchez Vara y de nuestras cuadrillas que nos temíamos lo peor mientras los aficionados esperaban noticias con el corazón encogido.
Entonces surgieron las presiones por parte de la comisión y del señor Carreño que me instaban a continuar con la lidia con amenazas sobre mí liquidación en caso de no continuar con el festejo.
Mi respuesta fue firme: Si saber si el maestro llegaría con vida a Perpignan, no reanudaría en festejo. Esta decisión me pasaría factura años más tarde, sufriendo el veto de la comisión.
Aquella tarde, matamos una seria, dura y exigente corrida del ‘Cura de Valverde’, algo que asumimos con responsabilidad y compromiso cuando nos anunciamos en una plaza de las características de Ceret.
La tarde quedó en un mano a mano entre Sánchez Vara y el que les escribe con el siguiente, con el siguiente balance: Padilla, ovación, oreja y saludos; Sánchez Vara, Silencio, saludos y saludos.
Ahora, 16 años después de este episodio real que les relato, me sorprende que el equipo médico de Ceret emita un comunicado justificándose y dando explicaciones por lo sucedido este fin de semana para zanjar la polémica en torno al tratamiento médico de la cornada recibida por Rafaelillo.
Al parecer en todos estos años no ha habido tiempo para valorar, actualizar y mejorar los métodos de protocolo que se le aplica al torero en caso de una cornada. Pero ¿Sí algún día vuelve a suceder con una femoral, una safena o una carótida? ¿Tenemos que volver a perder la vida de otro hombre que se viste de torero y cumple honradamente en el ruedo?
¡Pongamos remedio antes de que se vuelva a ser demasiado tarde!
Fdo: Juan José Padilla