“El Cid” se lleva la tarde con creces en Zalamea cortando dos orejas al segundo de la tarde, y perdiendo los máximos trofeos en el quinto por el mal uso de la espada, ante un encierro de Osborne muy escaso de fuerza y casta. El mejor toro de la tarde, el segundo, un dechado de clase y nobleza, al que “El Cid”, sigue su buen “bajío” en los sorteos, le realizó un faena a placer, llena de cadencia y temple. Curro Díaz perdió la puerta grande con el descabello en su primero, cortando al cuarto una oreja, y David de Miranda cortó otra del sexto.
Preciosa estampa lució el segundo de la tarde, un toro ensabanado muy en el tipo de la casa Osborne. Lo recibe el Cid a la verónica con cadencia, y ya el toro muestra su buena clase y ritmo. La faena del torero, exquisita. Rememora al torero de los grandes momentos, pero con un poso de madurez y templanza aún mayor. El toro, fácil para estar delante, exige suavidad en su trasteo, y ahí radica la mayor dificultad de la faena, ni un solo tirón, ni un trallazo, todo suavidad, para encelar al toro en la franela. Refrenda la faena una estocada entera y se le conceden las dos orejas.
El quinto mostró un comportamiento más informal, menos enclasado. La suerte de varas, un leve picotazo que no hace ni sangrar al de Osborne. Nuevamente, el secreto del temple en las muñecas del torero, que va encelando al toro. Le falta ligazón, porque el toro no repite, se descoloca, se le cruza, y el torero sin inmutarse, va construyendo una faena a más, con el público rendido a sus pies. Una pena que se atascara con la espada, porque hubiera obtenido los máximos trofeos. El Cid vuelve, y merece aparecer en las ferias importantes, por lo que ha sido y por el momento en que se encuentra.
El que abrió plaza fue un toro muy mermado de fuerzas. Muy noble y con buenas intenciones, pero quería más que podía. Faena de Curro Díaz de muy buen trazo, con muletazos de gran calidad, pero faltos de emoción y ligazón. A destacar, el inicio de faena con enjundia y en el toreo al natural. El descabello se llevó el premio. El cuarto fue también un toro sin fuerzas, y además, sin ninguna clase. Nunca humilló, y arrollaba sobre todo por el pitón izquierdo. Se afanó el torero, sin llegar al lucimiento. Una estocada en buen sitio, y realizando la suerte con disposición, le vale cortar una oreja.
David de Miranda se enfrentó en primer lugar con el tercero de la tarde, el toro con menos fuerza de la corrida, y ya es decir. Prácticamente no se tenía en pie el animal. A pesar de ello, David alarga la faena, quizás en exceso, en el toreo de cercanías, sin posibilidades de lucimiento. En el sexto, hace un esfuerzo ante un toro sin muchas opciones. Se queda corto, y aunque noble, no colabora con la faena del torero triguereño, que se acopla mejor al natural, con una serie de buen trazo. Remata la faena con manoletinas, y le arranca una oreja tras la estocada.
Plaza de toros de Zalamea la Real, se lidiaron toros de Osborne, de presentación correcta, nobles en líneas generales, pero muy faltos de fuerza y casta, para los diestros:
Curro Díaz, de azul marino y oro: estocada y cinco descabellos, ovación tras aviso; estocada, oreja
“El Cid”, de tabaco y oro: estocada, dos orejas; dos pinchazos y estocada, vuelta tras aviso
David de Miranda, de azul cielo y oro: estocada, ovación; estocada y descabello, oreja.
Incidencias.– Se registran tres cuartos de entrada en tarde de fresca temperatura. Se desmonteró “Lipi” al parear al quinto de la tarde.
Crónica de Carlos Arroyo