Litri y Arcángel: toros, cante y sabor a Huelva en la Fundación Cajasol

Los Mano a mano llegaron a su edición número 61 con todas las invitaciones agotadas

El matador de toros Miguel Báez ‘Litri’ y el cantaor Arcángel protagonizaron en la tarde de ayer una nueva edición de los Mano a Mano de la Fundación Cajasol, en concreto la número 61 de estos encuentros culturales que se celebran en Sevilla desde 2007.

Esta nueva cita estaba marcada por un denominador común: el sentimiento choquero de ambos protagonistas que se asomaron al escenario del auditorio de la Fundación Cajasol –abarrotado para la ocasión- bajo la batuta de José Enrique Moreno, moderador habitual de estos clásicos encuentros que suman el testimonio de un torero al de una personalidad del mundo del espectáculo o del panorama cultural.

Había ganas. El último encuentro se había celebrado en mayo después de haber tenido que aplazar el proyectado encuentro de Litri y Arcángel en noviembre de 2020 debido a la modificación de horarios impuesta por las restricciones del covid. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. La ovación del público rubricó el interés que había despertado la cita. 

Había que romper el hielo: “Estoy loco por hablar de flamenco”, bromeó el torero de Huelva. “Una de mis pasiones es el toro”, replicó el cantaor. “El mundo del toro y el del flamenco tienen muchos vínculos; yo me inspiro mucho en la música y comparten muchas connotaciones”, explicó Litri confesando que, en la intimidad del campo, se había hecho acompañar de cante toreando para sí mismo. Eso sí, descartó que la experiencia fuera extrapolable a las plazas de toros. “Se han hecho intentos pero creo que debe ser algo para uno mismo, en la plaza no he llegado a sentirlo así”, aclaró.

“Estoy de acuerdo en parte”, replicó Arcángel. “No es fácil pero pensándolo bien, dedicándole tiempo, se podría conseguir aunque es difícil sustituir a una banda; debe ser alguien conocedor del toreo, con la suficiente sensibilidad”, argumentó el cantaor onubense señalando que “hay que unificar posturas”. Arcángel ya había cantado en algunas plazas y recordó especialmente un festival celebrado en Ronda explicando que “es necesario que la gente venga predispuesta”.

“Era mitad banda y mitad cante, pero funcionó bastante bien”, recordó Arcángel. El moderador evocó la figura del primer Litri, abuelo del actual Miguel Báez como aficionado flamenco. “Mi padre siempre ha sido muy aficionado a los fandangos de Huelva, todos los toreros hemos tenido mucha vinculación con todos los artistas y en el caso de Arcángel además del cante y el toreo nos unen muchas cosas”. “Es una cuestión de sensibilidad”, terció el cantaor. “En estas profesiones lo importante es grabar a fuego nuestras experiencias, somos personas que hemos hecho de nuestra inquietud y amor por algo nuestra profesión”. Pero el cantaor fue más allá al hablar de “jerarquía y liturgia” a la hora de trazar nexos comunes entre ambas actividades. “A veces echo en falta esa rectitud que existe en el toreo en el mundo del flamenco; las cosas funcionan cuando están en orden”, sentenció Arcángel.

Quejío y veneno

El hilo de la charla había tomado una dimensión inesperada. “No podemos cifrar todo a un destello o al momento y el toreo no es un momento, es el cúmulo de muchas circunstancias y el cante es lo mismo”, prosiguió el artista onubense. Litri habló de “abandono y quejío” comparando el sentimiento del torero y el cantaor. “Al final delante de un toro tenemos que dejarnos llevar y abandonarnos en un momento determinado”, remachó el torero. Pero había más lugares comunes. El moderador habló del “veneno” del flamenco y del toreo. “Es que cualquiera que se haya puesto delante de una becerra habrá podido sentir algo que no pasa desapercibido, que atrapa para siempre”, concluyó Litri.

“Es algo que va a peor con los años”, añadió Arcángel. “Cada uno se pone el listón donde puede, más alto que los demás, y el toreo tiene una cosa que me encanta y es que tiene dos ámbitos: el de la plaza de tientas y el trascendente de las plazas grandes”. “Para nosotros el ámbito de los teatros había estado vedado pero el sitio natural del arte es un gran escenario y el del torero en la plaza”, señaló el cantaor. El Litri habló de esa “presión”, común a cualquier artista que se enfrenta al juicio del público. 

Pero había más temas que tratar como la forja de los artistas, sean del palo que sean. Moreno recordó al Litri aconsejando al joven novillero Manolo Vázquez antes de su debut en Sevilla. “Le dije que fuera él mismo y se olvidara de todo lo demás”, evocó el diestro. “En el cante es parecido, cuando ves a alguien que quiere cantar se nota y emana algo diferente que se palpa y no se detiene en lo banal, es preguntón, es alguien que consume vorazmente todo lo relacionado con este mundo y te das cuenta que quiere ponerse a prueba”, reflexionó Arcángel.

Autoexigencia

“Yo no tenía las mejores aptitudes pero tenía claro que quería ser torero mirándome en el espejo de mi padre”, señaló Litri marcando el concepto de la vocación como trampolín necesario para perseverar en la profesión. “Todos tenemos muchos fracasos, tenemos muchos miedos y nos afecta todo pero si somos capaces de mejorar, llegas a ser alguien importante”, reflexionó el torero admitiendo que nunca llegaba a gustarse toreando. “En el cante es igual y cuando te escuchas por primera vez es un choque tremendo; cuando cantas tú te escuchas por dentro pero en un disco no es igual y cuando me escucho me horripilo y me veo muchos defectos”, añadió Arcángel. En ese mismo hilo, Litri recordó una de las mejores lecciones que le había dado su padre en el momento de darle la alternativa: “me dijo que nunca me dejara ganar la pelea; ni por mi propio padre”.

La pandemia

El moderador puso sobre la mesa los rigores de la pandemia que han afectado de una manera especial a los artistas. “Las administraciones no han hecho lo que deberían hacer”, sentenció Arcángel. El Litri, por su parte, puso el acento en “la desaparición de encastes y el drama de tantos subalternos que deberían vivir de su profesión”. Arcángel lanzó una idea al aire: “Es que somos sectores que estamos muy desconectados los unos de los otros y la gente del espectáculo deberíamos unirnos; necesitamos mentes organizativas porque esto es un negocio”.

La charla ya iba encarando su final, sembrando algunas reflexiones. “Uno de los valores más importantes de una sociedad moderna deben ser sus tradiciones y debemos sentirlas y transmitirlas a los nuestros; si somos capaces no debemos temer nada”, sentenció Litri. “Erramos si queremos explicar todo desde una única perspectiva; yo puedo respetar al que no soporta el dolor de un animal, pero eso es sacrificar el todo por la parte”, añadió Arcángel. Ni más ni menos.

Faltaba el broche final. Cuando el presentador preguntó a Arcángel por qué palo cantaría al toreo de Litri, no lo dudó: «A Litri le pega un fandango». «Cántaselo», dijo una voz del público, y Arcángel no se lo pensó dos veces, se desprendió del micrófono y llenó la noche de la brisa marinera de Huelva con su voz única. La generosidad de los más grandes.