Miguel Ángel Perera repasa su trayectoria en el Club Cocherito de Bilbao en el vigésimo aniversario de alternativa

El diestro pacense Miguel Ángel Perera, que este año cumple el vigésimo aniversario de su alternativa, ha compartido con los socios y socias del Club Cocherito de Bilbao una tarde de coloquio en la que ha hecho balance de su trayectoria profesional, a dos días del percance sufrido en Valero de la Sierra (Salamanca), que hizo temer a los organizadores por la celebración del encuentro.

“No tengo antecedentes familiares taurinos; ni tampoco mi pueblo (La Puebla del Prior, Badajoz) estaba en una zona con una afición especial; toreo por vocación”, señaló Miguel Ángel Perera, que actualmente, con 40 años de edad, es el torero en activo que más veces ha salido por la puerta grande de Las Ventas (en 2004, en su presentación como novillero; en 2008, en dos ocasiones; en 2014, también dos tardes; en 2017 y en 2019).

En la temporada 2023 toreó 33 festejos en los que hizo 20 faenas de dos orejas.

A lo largo del coloquio, Miguel Ángel Perera recuerda su época de alumno del colegio San José, de Villafranca de los Barros, y cómo le inició en la tauromaquia un profesor de educación física, Baltasar Manzano, que también era presidente de la Peña El Albero. Perera repasa en el encuentro con los socios y socias del Club Cocherito su etapa de novillero sin picadores en la escuela taurina de Badajoz, donde estuvo dos años, su relación con la empresa mejicana Tauro Mex, que le apoderó, y, gracias a ello, pudo debutar en Illumbe, en San Sebastián, donde se celebraba el Encuentro Mundial de Novilleros.

Dos años más tarde de su debut en Illumbe, Perera se presenta en Madrid y abre la puerta grande. Preguntado sobre si los triunfos tempranos pueden provocar una relajación excesiva o un endiosamiento y condicionar el futuro de un torero,  el diestro considera que en la actualidad, por desgracia, los jóvenes tienen que ir a Madrid con pocas novilladas en su trayectoria. “En mi caso, afortunadamente, pasó lo que debía pasar. Yo había hecho una etapa de novillero muy buena, rodándome en otras plazas; había adquirido un oficio con alrededor de 60 novilladas en esos dos años y tuve el apoderamiento de una empresa que apostó por mí. Y llegué a Madrid rodado”.

Perera rememora también la tarde soñada. Veinte días después de la salida por la puerta grande de Las ventas, como novillero, toma la alternativa en Badajoz, con toros de Jandilla, apadrinado por el Juli, y con Matías Tejela como testigo —que sustituía a Enrique Ponce—.

Hoy, más que nunca, dice Perera, el toreo está en un nivel de exigencia y competitividad que obliga a dedicarse a la profesión más que nunca, en cuerpo y alma, para pelear por lo sueños de cada uno. Hoy, dice, es mucho más difícil que cuando yo empezaba.

Sobre la evolución registrada en los últimos veinte años, destaca la consecución de un toro con más fuerza, con más salud y movilidad que nunca, y la exigencia creciente de los públicos a los que cada vez es más difícil sorprender.

Sobre a la reducción del número de corridas y el descenso de público en los festejos, el diestro pacense señala que las cosas no se pueden simplificar; no obstante considera que existe un problema de gestión, que no está en la mano ni del ganadero ni del torero. La prueba de ello, dice, es que las plazas que están medianamente bien gestionadas, con su promoción, que dan facilidades a los abonados jóvenes, a los jubilados o a los niños mantienen el vigor y el ambiente. Las que no están bien gestionadas, por unas circunstancias u otras, van en decadencia… reducen festejos, apuestan a lo mínimo y, al final, la ruina solo trae ruina.

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