Toreros de ayer: Miguel Báez Spínola «Litri», Parte (III).

El 3 de agosto de 1.989 actuó junto a Juan y Francisco José Ruiz “Espartaco” para lidiar astados de Juan Pedro Domecq y un sobrero del Marqués de Domecq. Litri reaparecía tras una grave cornada sufrida en Pamplona y estuvo en el mismo son que sus compañeros de cartel, con el añadido de encontrarse entre sus paisanos, que no dudaron en concederle los máximos trofeos al finiquitar con su primero. El sobrero del Marqués de Domecq no dio las mismas facilidades y Litri no encontró material a propósito para el lucimiento pese al apoyo que recibió desde los tendidos para que, al menos, igualase a Espartaco en cuanto al número de trofeos.

Dos días más tarde, el 5 de agosto de 1.989, hizo el paseíllo con Emilio Silvera y Rafi Camino para estoquear reses de Socorro Sánchez-Dalp y Manolo González. Muy chico el primero del lote de Litri que, tras los estatuarios iniciales, sacó peligro, por lo que, ante las protestas de los tendidos, decidió cortar por lo sano de pinchazo y estocada que asoma. También estuvo mal presentado el quinto y acusando daño en los cuartos traseros pero el torero, con mucha voluntad, buscó el éxito con la muleta, entregándose con su toreo particular, que le valió para cortar las dos orejas y salir a hombros de la plaza.

El 2 de agosto de 1.990 actuó con José María Manzanares padre y Roberto Domínguez , lidiando un encierro de Cayetano Muñoz. Jaleado por sus paisanos el recibo capoteril que realizó Litri a su primero, al que entendería perfectamente con la muleta, iniciada con la mano izquierda y logrando varias series de naturales que fueron acogidos con clamor por los tendidos, destacando la que interpretó a pies juntos, acogidas con fortísimas ovaciones por parte de los tendidos. Después, en la serie de derechazos, los pases tuvieron cadencia y ritmo para concluir con pases de adorno y llegar a la culminación con el litrazo. Y, cuando el onubense dejó la espada en todo lo alto, la locura llegó a los tendidos que solicitaron las dos orejas para el torero. La expectación reinante para el último de la tarde se fue diluyendo cuando se comprobó que las condiciones del toro no eran las más óptimas para el éxito de Litri, por lo que el torero optó por un abreviado trasteo antes de dejar tres pinchazos y un descabello, por lo que fue ovacionado antes de salir, junto a Roberto Domínguez, triunfante una vez más de la plaza de su tierra. En esta ocasión, su brillante actuación en el tercero de la tarde le había abierto las puertas de un magnífico triunfo que sus paisanos disfrutaron con calor y clamor, como se pudo de manifiesto durante toda la tarde en la que los espectadores estuvieron apoyando al torero onubense.

Al día siguiente, 3 de agosto, actuó con Emilio Muñoz y Espartaco lidiando astados de Juan Pedro Domecq y uno de Cayetano Muñoz. Litri no encontró enemigo a propósito en el primero de su lote, por lo que optó por quitárselo de encima cuanto antes entre la generosidad de sus paisanos. Pero se desquitó con el último de la tarde, cuya faena inició con cinco estatuarios sin inmutarse, para seguir con la mano izquierda en cuatro series muy aplaudidas y jaleadas por los tendidos para concluir con el ansiado litrazo que terminó de calentar aún más al público para solicitar las dos orejas. El torero había sabido dar a sus fieles seguidores todo cuanto esperaban de él y, con la entrega absoluta que puso, obtener un triunfo que parecía escapársele, pero su amor propio le hizo luchar por luchar hasta alcanzarlo y satisfacer así a sus seguidores.

Artículo de Vicente Parra Roldán.

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