XCI ANIVERSARIO DE LA COGIDA MORTAL DE PEDRO CARREÑO

En la mañana del 24 de mayo de 1.930, es decir hace noventa y un años, la afición taurina onubense se despertó con la triste noticia del fallecimiento del novillero Pedro Carreño que había sufrido una cornada en la tarde del día 21 en la plaza de Écija cuando lidiaba un astado de Eduardo Miura.

En ese espectáculo, Pedro Carreño saludó a su primer enemigo, negro, de buena presentación y marcado con el número 52, con tres verónicas superiores y, al iniciar un quite por gaoneras, el aire le dejó al descubierto y el toro le empitonó resultando herido pasando a la enfermería. En principio, la herida fue calificada de pronóstico reservado, impidiéndole continuar la lidia. Y, desde la propia enfermería, se telegrafió a Huelva para que le viera el doctor McDonald y su equipo, realizándose el viaje desde Écija cantando y bromeando durante las cuatro horas de trayecto.

A su llegada a la clínica el Dr. McDonald reconoció al torero que llegó sin sangre y en estado gravísimo. Rápidamente se le hizo una transfusión de sangre donada por su hermano Antonio y por su primo y mozo de espada Pedro Ángel Vizcaíno. Según pasaba el tiempo, el torero se fue dando cuenta de la gravedad de su estado y se encontraba animado. Después de la transfusión dijo que se encontraba mejor, incluso pidió un café con coñac que devolvió y, sobre las cuatro de la mañana, falleció víctima de un colapso.

En aquella desgraciada tarde, Pedro Carreño vistió un terno naranja y negro que había estrenado durante una corrida de las Colombinas del año 1.927. En el momento del fallecimiento, el novillero contaba con 21 años de edad y se encontraba realizando el servicio militar. Era la segunda corrida de la temporada (la primera la había toreado en Cabra el 4 de mayo) y tenía firmadas doce corridas para la campaña, siendo la más cercana la del día del Corpus en la localidad onubense de Nerva.

Horas después de su fallecimiento, el cadáver de Pedro Carreño fue trasladado al domicilio familiar donde fue velado antes de que se produjese su entierro al que asistieron numerosos aficionados y representaciones de los clubes y peñas taurinos existentes en nuestra localidad.

Artículo de opinión de Vicente Parra Roldán.

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