Tomás Rufo, sol en medio del diluvio

La tarde bajo el diluvio tuvo un nombre propio, Tomás Rufo, el sol que iluminó las tinieblas y que paró la tormenta que resonaba sobre las arcadas del coso del Baratillo, con el empaque del temple y la naturalidad. Puede que la Puerta del Príncipe fuera un poco justa, después de la estocada caída que le recetaría al sexto, tras haber entrado previamente a matar o a morir en los enfangados terrenos del Tendido 3 y salir tras la espeluznante voltereta, despedido por el barro con el toro haciendo hilo tras él. Pero la emoción había embargado los tendidos, y el Presidente concedió la segunda oreja que posibilitaba la salida a la gloria del Paseo Colón con el atardecer de Triana, que para esa hora ya se había despojado de los nubarrones cárdenos y regalaba los tonos pasteles -anaranjados y rosados- del Aljarafe. No debemos olvidar sus excelentes maneras con el capote, acompañando la embestida con la cintura y llevando en las muñecas pura seda. Hubo alguna verónica que fueron eternas, y que se han quedado para siempre en las retinas de quienes lo vimos cuajarlas sobre el embarrado albero y por supuesto las dos faenas de muleta, la primera en los terrenos de chiqueros bajo un diluvio y la segunda llena de empaque y torería, demostrando que en su debut venía a torear en Sevilla y con la mente puesta en empresas mayores. El toledano ha entrado en Sevilla y eso no es fácil.

La tarde, además, tuvo sus teclas, con un Juli que toreó con maestría bajo el diluvio y con el viento como mayor enemigo en su primero, y que en su segundo dio una lección de entrega y poder bajo la lluvia, muchos más erguido que en otras ocasiones, y dejando un poso de armonía y la suavidad ante un buen toro de Victoriano del Río. Y un Roca Rey que estuvo enorme con el quinto, pero la espada le robó el triunfo. Tejera tampoco estuvo atinada y dejó la faena del peruano en la música callada del toreo.

La corrida de Victoriano del Río fue sin duda la corrida de lo que llevamos de feria, y quizás su buen juego se vió empañado por el estado de algunos puntos del ruedo, pero aún así hubo algunos toros de mucha nota.

En medio del diluvio salió el sol, y con él astro rey, el arco iris de los matices de un torero que se llama Tomás Rufo.

Foto: Pagés Artículo de Pepe Luis Trujillo del Real

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